sábado, 29 de marzo de 2008

INMIGRANTES DE ETNIA GITANA COMIENZAN A ASENTARSE DE MANERA ILEGAL EN EL CAMPAMENTO BENITEZ

Miran con desconfianza.

Temen que si salen en los periódicos vuelvan a expulsarles.

Por eso responden con evasivas.

Varias familias se han asentado en el campamento Benítez con la casa a cuestas.

Por ahora, se trata de nueve caravanas en las que viven cerca de una veintena de personas, entre ellas, varios niños.

Dicen que están de paso y que llevan sólo dos días, pero se ha constatado que se instalaron hace unas dos semanas.

Vienen viajando desde Francia, Italia e Inglaterra, según aseguran, y son de etnia gitana.

Sin luz, agua o saneamiento, estas familias rumanas han convertido el desolado campamento Benítez, propiedad de Fomento desde hace tres años y futura sede del Museo de Transporte, en su nuevo hogar.

«Está todo muy limpio», asegura una de las matriarcas del asentamiento mientras lava los cacharros del desayuno en un barreño con agua.

La sanidad es una de las primeras razones por las que suelen expulsarles, como en Granada, donde hace un mes se detectó un brote de tuberculosis en un campamento.

«No queremos quedarnos, sólo estamos aquí unos días y pronto nos iremos hacia Valencia», señala la mujer en un español perfecto que hace pensar que ya llevan viviendo en España algún tiempo.

El subdelegado del Gobierno en Málaga, Hilario López Luna, indicó a diferentes medios informativos que desconocía la existencia de este asentamiento, por lo que aún no se había tomado una decisión sobre el tema.

No son los primeros que se asientan en la provincia, pero lo cierto es que Málaga no ha sido una zona habitual para aparcar sus caravanas.

Hasta el momento, en Andalucía sólo han habido asentamientos importantes en Córdoba, Granada y Almería.

«Málaga capital no tiene zonas para instalarse», asegura Vanessa Gumiel, técnico de la Fundación Secretariado Gitano, que trabaja con familias autóctonas e inmigrantes de este colectivo.

Desde Secretariado Gitano se pide que no se generalice y no se les trate a priori como delincuentes.

Su protocolo de actuación con estas personas es comprobar, en primer lugar, si existen menores de edad en edad de escolarizar y ver si alguno de los miembros del campamento tiene problemas de salud.

Luego, se les informa de la cobertura social básica de la que pueden disponer y sobre las ayudas que pueden solicitar.

«No hay que olvidar que se trata de personas y que vienen de un país donde tienen una situación muy complicada», asevera Gumiel, que pide precaución y que no se cree alarmismo porque es un asentamiento muy poco numeroso y aún se desconoce si realmente están de paso o si tendrá un efecto llamada.

Pero en la mente de todos está el recuerdo de asentamientos como como el de La Herrera, en Albacete, donde un poblado con más de 2.000 personas llegó a causar problemas en la zona por la cantidad de basura que se acumulaba en los alrededores.

Ahora queda esperar si Fomento moverá ficha en sus terrenos, donde en tres años estará ubicado el Museo del Transporte.

El proyecto ya está sobre la mesa.

Lo hará la arquitecta Carme Pinós y a la espera de las licencias para el comienzo de las obras.

El museo se empezará a ejecutar en una primera fase que ocupará unos 25.000 metros cuadrados del total de 40.000 previstos para el edificio.

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