miércoles, 9 de julio de 2014

EL CHIRINGUITO SERVANDO ULTIMA SU NUEVO DISEÑO


 «Quiero que sea algo especial, diferente». Fue el encargo que el arquitecto Juan Carlos Laguía recibió del conocido empresario de playas Servando Cidoncha. Y, además de cumplir los dos adjetivos anteriores, el nuevo chiringuito que está ultimando las obras en la playa de Guadalmar será exclusivo, en el sentido literal de la palabra: aunque estaba previsto, finalmente no se ha autorizado ningún otro con el mismo diseño.

Su estructura, a base de tubos curvados, ya se deja ver entre los andamios y apunta maneras. En cambio, la pieza clave es la cubierta de cerramiento, de cerámica y en forma de ola. Según explica su diseñador, ha sido realizada por Porcelanosa y fabricada en el sudeste asiático, desde donde tardará dos semanas en llegar en barco. «Es una foto retocada de un árbol con hojas de colores rojo, blanco y varios tonos de verde». Viene desmontada y se armará como un puzzle; de manera que la previsión que se maneja es que el negocio pueda abrir sus puertas a lo largo del mes de julio.

Laguía reconoce que está siendo una obra muy compleja, aunque va a buen ritmo, ya que realmente consta de tres estructuras: un forjado de hormigón, que es el que sustenta el sótano. Una cubierta de pino alemán, cortado en Huesca. Y el mecano metálico, que sujeta los dos cerramientos (el de madera y el de gresite), formado por tubos tridimensionales de entre 320 y 220 milímetros.
«Tiene una gran complejidad técnica, por el montaje de los tubos doblados, hasta el punto de que no encontrábamos una empresa que lo hiciera», subraya. El cerramiento, a medida de sus caprichosas formas, será de carpintería metálica, y llegará esta semana desde Galicia, aunque se mecanizará en Málaga. El montaje tardará de dos a tres semanas. «Va a ser una obra muy singular, con una calidad de los materiales inigualable: no hay ningún chiringuito de este nivel en España», afirma el arquitecto. Cuando esté listo, dispondrá de 150 metros en planta, con el salón, la cocina y una escalera que baja al sótano, habilitado como almacén y vestuario (con las mismas dimensiones). El comedor tendrá capacidad para unos 80 comensales, más la terraza, sobre la arena. El presupuesto será cercano al medio millón de euros.

La historia de su construcción, como es habitual cuando se habla de negocios en la playa, ha sido muy ardua. Basta decir que los trámites se alargaron durante cuatro años hasta que se consiguió la licencia. En cambio, durante la fase de obras, Laguía pone de relieve la buena cooperación con los técnicos de la Agencia de Medio Ambiente de la Junta. Al final, todo apunta que este será el único de los de su serie en Guadalmar, donde se habían previsto otros cinco gemelos (incluso hay un segundo proyecto redactado), pero todos están parados.

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