lunes, 5 de abril de 2010

FIRMA INVITADA:EL INGLES DEL CRUCE

Es para mí un honor participar por segundo año consecutivo en este ciclo de conferencias sobre Churriana y su historia. El año pasado centré mi disertación sobre la Málaga del siglo XIX, haciendo un recorrido por los acontecimientos más destacados de un siglo convulso en lo político pero extremadamente beneficioso en lo económico, y este año me corresponde realizar la semblanza de un inglés típicamente decimonónico que vivió los treinta y cinco últimos años de su vida en España, primero en Madrid y después en Málaga, más concretamente en la barriada de San Julián. Este hombre se llamaba George William Grice-Hutchinson, aunque la gente de Churriana lo conocía como "el inglés del cruce" o "el señorito Jorge". Hoy vamos a hablar de una persona nacida en el último tercio del siglo XIX y vamos a hacerlo de una manera decimonónica: sin megafonía, sin fotografía, sin video, sólo un orador, este servidor, y ustedes que son el público que escucha con respeto y al final del acto compartirán conmigo sus opiniones.

Todavía queda algo del siglo XIX en mí porque últimamente se ha puesto de moda en la Comisión Europea que la gente vaya a la hora de comer a una sala y mientras engullen un sándwich les ponen un video de formación mediante el cual le enseñan a uno a comunicar mejor o a mandar mejor. Yo me resisto a ese tipo de cosas porque a mí me tiene que enseñar una persona de carne y hueso, con la que pueda interactuar, y mi almuerzo (y si puedo mi siesta) son sagrados y no lo pienso sacrificar por ningún video de formación por muy bueno que sea. Pero claro, mi actitud rebelde obedece a mi carácter un poco decimonónico porque la mayoría de mis compañeros acuden a ver el video sin problemas.

En la conferencia de hoy, como si se tratase de una novela o una película, vamos a hablar de un ser humano excepcional y vamos a contar cómo el dinero del inventor del Chitty-Chitty-bang-bang terminó salvando la vida y pagando la educación de las gentes de Churriana cuando este rincón del mundo era pobre de necesidad y había un 75% de analfabetismo entre la población.

Quizás haya alguien en la sala que haya llegado a conocer personalmente a esta persona y sospecho que muchos de ustedes sabrán o habrán oído muchas cosas sobre "el inglés del cruce", así que quizás alguno de ustedes considere que es un atrevimiento por mi parte hablar sobre George Grice-Hutchinson en Churriana. Por tanto, permítanme que comience esta disertación explicando mi interés y mi vinculación con esta persona y "los argumentos" que puedo argüir para hablar hoy de él frente a ustedes. Mis razones son de una doble naturaleza: literarias, porque el inglés del cruce es uno de los personajes de mi novela, quizás el personaje mejor construido y más querido por los lectores, y personales, porque mi familia tenía una relación muy estrecha con los Grice-Hutchison y gracias a esta relación, sobre todo con Marjorie Grice-Hutchinson, he podido averiguar algunas cosas sobre George que poca gente conoce.

Empezaré, no obstante, hablando de las razones literarias que creo humildemente que me autorizan a hablar de George Grice-Hutchinson y reivindicar su figura. Confío que algunos de ustedes se animarán a leer “La Primera en el Peligro de la Libertad” tras esta charla y por lo tanto no voy a revelar algunos pasajes del libro en los que aparece el inglés del cruce y que son importantes para la trama, pero permítanme que les lea un par de pasajes muy breves que tratan sobre él. En realidad, en la novela, no aparece el inglés del cruce como tal sino que utilizo una especie de pseudónimo para hablar de él y de su hija, algo que me pareció necesario hacer por mi cercanía con la familia. Así, al comienzo del libro se dice: "la casa pertenecía a un aristócrata inglés, Lord Campbell, un afamado abogado de la city londinense que se retiró al sur de España por motivos de salud tras recibir el título nobiliario de manos de Su Majestad".

Más adelante, Lord Campbell va a visitar a Porfirio Smerdou, en Villa Maya, donde el cónsul mejicano tenía refugiados a decenas de ciudadanos de derechas a los que los milicianos buscaban para matar, y entonces se produce una conversación entre Rosario, otro personaje de la novela, una farmacéutica, y Lord Campbell:

–Mucho gusto –respondió el inglés mirando a Rosario con interés–. Yo tengo un pequeño dispensario de caridad en Churriana, aunque cada vez resulta más difícil conseguir medicinas…
–¡Usted es el inglés de Churriana! –exclamó Rosario–. Tiene usted muchos admiradores en el gremio de boticarios.
–Bueno –dijo el inglés mirando a su hija con ternura–, todo el mérito es de Margaret (es decir Margaret) que tuvo la idea de crear el dispensario hace unos años.

Como decía las razones para reivindicar la figura de George Grice-Hutchison son a la vez literarias y personales ya que mi familia tenía relación con los Grice-Hutchinson, más concretamente con la hija del inglés del cruce, Marjorie Grice-Hutchinson, cuya semblanza personal nos mostró Jesús tan acertadamente la semana pasada.

Me imagino que algunos de ustedes habrán conocido personalmente o habrán oído hablar de mi padre, Leonardo Cervera Ribera, que entre mediados de los sesenta y primeros de los ochenta tuvo un vivero en San Julián, en las tierras de los Grice-Hutchinson. Mi padre era natural de Valencia, de un pueblo a la orilla del río Júcar llamado Alzira, y desde muy pequeño, mi padre desarrolló una pasión desmedida por los animales y las plantas, hasta el punto de que a renunció a una confortable carrera como procurador de los tribunales o como agente de la propiedad inmobiliaria para dedicarse a su pasión: las plantas. En realidad, el vivero nunca fue una empresa que arrojase beneficios. Era como una especie de jardín botánico en el que mi padre disfrutaba de su afición.

Mi padre ganaba todo su dinero (que luego gastaba en el vivero) como agente de la propiedad inmobiliaria durante el boom inmobiliario de la Costa del Sol y fue precisamente en su condición de agente de la propiedad inmobiliaria o corredor de fincas, antes de dedicarse a la jardinería, como conoció a los Grice-Hutchinson, más concretamente al marido de Marjorie Grice-Hutchinson, el barón Ulrich von Schlippenbach. El barón había hecho una mala operación y quería deshacer una compraventa porque tenía un comprador mejor para sus tierras y mi padre intervino en el asunto resolviendo el asunto de manera brillante y honesta. A partir de ese momento, se hicieron amigos y Marjorie solía invitar a mi padre a su palco en el Teatro Cervantes o a tomar tarta de manzana.

Un buen día, mi padre le confesó a Marjorie su verdadera vocación, la de crear un vivero y dedicarse profesionalmente al tema de la jardinería paisajística, y Marjorie le ofreció las tierras de su padre para montar el vivero. Mi padre le agradeció el gesto pero rehusó porque no tenía dinero para pagar el alquiler pero Marjorie insistió en que se instalara en la finca de San Julián con la única condición de que pagase la contribución, la luz, el agua y que se marchara si en algún momento ella quería vender las tierras. Así pues, mi padre estuvo en la finca de San Julián sin pagar alquiler durante más de veinte años y cuando Marjorie decidió vender parte de las tierras y donar otra parte a la Universidad, mi padre se marchó e instaló su vivero en Torremolinos.

Yo me he criado oyendo hablar de la baronesa, que era una especie de tía, y de su padre. Recuerdo que una vez al año íbamos de visita a la casa de la baronesa, que estaba en una de las fincas del barón, y que a mi me daba miedo ir porque el barón tenía unos perros enormes que imponían mucho, aunque me gustaba cuando me daban un vaso de leche recién ordeñada. La verdad es que durante muchos años creí que la baronesa no era más que una señora rica, como tantas otras que había en la Costa del Sol por aquel entonces, pero conforme me fui haciendo mayor, y sobre todo, cuando empecé a ir a la Universidad, me di cuenta de que Marjorie Grice-Hutchinson era más que una señora rica. Mi curiosidad sobre ella fue creciendo, cada vez que venía a Málaga desde Bruselas le preguntaba a mi padre, que me contaba cosas increíbles sobre ella y sobre su padre, y finalmente, un año antes de que falleciera, organicé una visita a la residencia Interpares con mi padre, y en un almuerzo inolvidable, Marjorie me contó la verdadera historia de su padre, con mucha información inédita hasta entonces que anoté meticulosamente. Cuando estaba escribiendo mi novela, me documenté todo lo que pude sobre la figura de George William-Hutchinson y el año 2007, con la ayuda de Jesús, me entrevisté con Antonia, la última ama de llaves de la casa Grice-Hutchinson, fallecida recientemente por desgracia.

Gracias a eso, he podido reconstruir la figura y la vida de este personaje singular que ahora voy a contarles a ustedes.

George William Grice-Hutchinson nació el 18 de septiembre de 1877, en Aldershot, la Academia Militar inglesa cerca de Londres. Era hijo de un capitán del ejército británico, que más tarde sería diputado en el Parlamento Británico por Aston, un barrio de la ciudad de Birmingham. Una búsqueda en Internet sobre la actividad parlamentaria de este primer Grice-Hutchinson muestra que era un diputado de segunda fila y sus pocas preguntas parlamentarias versan sobre cuestiones militares, sobre todo sobre la actuación de determinadas compañías en la guerra de los Boers, en Sudáfrica.

La abuela de nuestro personaje, se llamaba Henrieta Waterloo Delves Broughton, porque como nació el año 1815, el año de la batalla de Waterloo, le metieron Waterloo en el nombre. Los Broughton eran ricos terratenientes, con parentesco con la familia real británica. Esta Henrietta Waterloo se casó con un sacerdote anglicano, el reverendo William Grice. Los Grice no eran tan ricos como los Broughton pero también eran adinerados por una fábrica de armas que tenían en Birmingham. El matrimonio de Henrietta y William tuvo una hija, Louise, la madre de nuestro personaje, que se casó con el capitán Hutchinson por lo que adoptaron el nombre de Grice (procedente de la madre) y Hutchinson (procedente del padre).

George William Grice-Hutchinson fue el primogénito de este matrimonio, el primer nacido con el apellido compuesto. George no estaba interesado ni en la política ni en la carrera militar y se hizo abogado, entrando en el buffete de un primo suyo, Charles D'Albiac. Cuando éste murió, George heredó su despacho. George se casó con una mujer de ascendencia irlandesa, Louise Estawick, y su única hija, Marjorie, nació el 26 de mayo de 1909.

Durante el almuerzo que tuve con Marjorie poco antes de su muerte me desveló el origen de la fortuna de su padre, verdaderamente novelesco. Como ya sabemos, George trabajaba como abogado en Londres y un buen día, sobre 1914-1915, apareció por su oficina un joven llamado Louis Zborowski, que era el heredero de una inmensa fortuna en los Estados Unidos, pero que al no haber cumplido todavía veintiún años, no podía disfrutar de su fortuna. Al parecer, el joven estaba muy apurado porque se había gastado todo el dinero que le habían dado los administradores en los Estados Unidos, y había pedido prestado mucho dinero que había gastado en juego y diversión, y ahora sus acreedores estaban buscándole para matarle. Como no tenía dinero ningún abogado quería ayudarle pero George se apiadó del muchacho, le prestó algo de dinero y habló con los acreedores para tranquilizarlos y asegurarles que pronto el muchacho heredaría una inmensa fortuna y podría pagar.

En efecto, poco después Louis Zborowski heredó una de las grandes fortunas de su tiempo (y quizás de la historia) ya que su madre era la heredera de una parte de la fortuna de los Astors, y su padre era el heredero de la fortuna de los Zborowski, que se dedicaban al negocio inmobiliario en Nueva York. Louis heredó la pasión de su padre por las carreras de automóviles (su padre murió en la pista de La Turbie, cerca de Montecarlo en 1903) y construyó vehículos de carreras a los que llamó Chitty-Chitty-Bang-Bang (ruido que hacía al arrancar) y que inspiraron la famosa historia para los niños.

Louis, agradecido con George Grice-Hutchinson por la ayuda que le había prestado, le pidió que se pusiera al frente de sus asuntos, pero George rehusó porque ello implicaría que tendría que abandonar su bufete en Londres. El millonario insistió y George accedió sólo a condición de firmar un contrato según el cual si en algún momento Louis prescindía de sus servicios, le compensaría con una parte de su inmensa fortuna.

Fue para atender los negocios de Zborowski que George se trasladó a Madrid y entonces ocurrió la tragedia para los Zborowski pero la bendición para las gentes de Churriana: el año 1924, cuando participa en el premio automovilístico de Monza, cerca de Milán, Louis Zborowski perdió el control de su vehículo en la curva Lesmo, y se mató, igual que su padre 21 años antes.

George que era un abogado extraordinario contactó a los herederos y les dijo que puesto que Louis “había prescindido de sus servicios” exigía la parte de la fortuna que le correspondía según el contrato. Los herederos se opusieron pero George ganó el juicio y con este dinero le compró la finca de San Julián a los Heredia el año 1926 y se retiró a vivir en Málaga con el amor de su vida, Alicia Ceci, su secretaria, con la que vivió hasta que ella falleciera de un ataque al corazón unos años que él. Según me dijo Antonia, la última ama de llaves de la casa Grice-Hutchinson, Marjorie se llevaba muy bien con Alicia.

En la casa de los Grice-Hutchinson había diez personas de servicio, todas de Churriana. De mi conversación con Antonio, he podido averiguar lo siguiente:

- La primera ama de llaves se llamaba Margarita López de Ahumada (la madre de Cholo)
- La segunda ama de llaves se llamaba Araceli López de Ahumanda.
- La tercera ama de llames fue Antonia Benítez.
- Había dos jardineros: Sebastián Benítez Donaire, padre de Antonia, y un tal Salvador.
- Dos hortelanos: Manuel Miranda (marido de Araceli) y un tal Trujillo.
- Cuerpo de casa: Rosarito.
- Un cocinero: Cócimo.
- 2 chófers: Un tal Paco y Antonio Molina.

La labor benéfica del inglés del cruce fue ingente:

Dinero: unas 12.000 pesetas al mes, que Antonia repartía entre los familias más pobres de Churriana en base a un censo realizado por ella – El camino de los ingleses

Medicinas: ayudaban al doctor del pueblo, el Dr. Navarro, pagándole las medicinas que compraban en la farmacia de Concha Lazárraga. – Aparato de rayos X en Tánger.

Educación: un colegio con 32 niñas. 3.000 pesetas al mes. De Málaga venía una profesora que se llamaba Carmen Cabeza de Vaca. La profesora de corte y confección se llamaba Margarita la Chicolita. Hacían muchas excursiones de un día, a la playa, a Granada, al Hotel Artola.

Salvó vidas durante la guerra civil: Honey Bee (Abeja de Miel) – 80 personas – Smerdou en mi novela.

Leonardo Cervera

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