domingo, 24 de noviembre de 2013

COLUMNA DE OPINION.EL PLACER DE LA LOCURA



“Y yo ataco aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas, sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombre coman, pero que todos los hombres sepan”, nos recuerda el inmortal poeta andaluz Federico García Lorca. ¿Es el pensamiento una peligrosa enfermedad mental? La respuesta a esta reflexión la encontré escrita en un muro: “la locura es un placer que sólo los locos conocemos”. Y como loco acreditado me dirijo a ustedes en un mundo en el que los “cuerdos” han dicho que no iban a subir los impuestos y los suben, que no iban a abaratar el despido, y lo abaratan, que no iban a hacer recortes sociales, y los hacen, que no iban a tocar ni la sanidad ni la educación, y las pasan por la guillotina, que no iban a hacer ninguna amnistía fiscal, y perdonan casi el 90% de lo defraudado a los que no han pagado los impuestos. Pero, como, al parecer, dijo una reina francesa, cuando le informaron que el pueblo carecía de harina y trigo para preparar pan, “si no tienen pan, que coman pasteles”.
            Antes de que mi discurso les incite al suicidio o, en su caso, a la tentación de invadir Polonia, como le sucede a Woody Allen cuando escucha música de Richard Wagner, me calzaré unos botines, me ceñiré una elegante levita y ocultaré mi alopecia con una exuberante peluca blanca, plagada de lazos y tirabuzones. No me estoy preparando para subirme a una carroza del “Día del Orgullo Gay”, sino para enarbolar la bandera de las artes y las humanidades de la mano de la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, como hicieran en su día los autores y seguidores de la Enciclopedia. Mi amigo Juan Jesús Ojeda Abolafia, profesor de Filosofía del IES Santa Bárbara de Málaga y compañero de fatigas en la Asociación Andaluza de Filosofía es el auténtico responsable de esta reflexión y de que los filósofos andaluces le enviáramos al Ministro de Educación José Ignacio Wert un ejemplar de Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, obra de la filósofa citada anteriormente. Mi amigo Juan Jesús es un lujo para la Filosofía, un polemista y trabajador infatigable que es capaz de extraviar, en el fragor de la batalla dialéctica, simultáneamente, las llaves del coche, la cartera y el móvil varias veces en la misma noche jerezana, un prestidigitador de conexiones ontológicas y un amante apasionado del arte, del arte del “buen yantar”, maestro de la conversación, la sonrisa y de las bellas artes por doquier. Es un secreto a voces que para Nietzsche, mi amigo Juan Jesús, mi hijo Hermes y un servidor, la vida sin música no tiene sentido. Tal vez estemos un poco locos, digo yo.  
            Cercenando las materias y estudios universitarios relacionados con las artes y las humanidades y el aspecto humanístico de las ciencias, ornamentos inútiles para los que diseñan las políticas educativas (no sé si saben que el primer borrador de la LOMCE fue encargado a un grupo de economistas), dentro de pocos años nos encontraremos con una generación de “máquinas utilitarias”, dispuestas a competir en el mercado global del enfermo capitalismo, en lugar de ciudadanos autónomos y críticos capaces de superar las estrecheces nacionalistas en aras de una cultura internacional y la solidaridad con las dificultades de nuestros semejantes. Como afirma Martha Nussbaum, “la educación nos prepara no sólo para la ciudadanía, sino también para el trabajo y, sobre todo, para darle sentido a nuestra vida”. Y aquí tienen mucho que decir las vituperadas humanidades, una de las llamas más fieles que contribuyen a que la democracia se mantenga con vida sin tragar las aguas fecales de la corrupción. “Si no insistimos en la importancia fundamental de las artes y las humanidades, éstas desaparecerán, porque no sirven para ganar dinero”, afirma Nussbaum. 
           Seguramente porque estoy un poco loco, no me resigno a vivir entre humanos con una sólida formación técnica, pero con la imaginación atrofiada y obtusa, con una incapacidad paralizante para criticar a la autoridad, “alimentando las fuerzas que impulsan la violencia y la deshumanización, en lugar de alimentar las fuerzas que impulsan la cultura de la igualdad y el respeto”. Seguramente porque estoy un poco loco voy a salir a comprar el pan a la tienda de mi amigo Paco y me olvidaré de los pasteles de María Antonieta, de la repugnante enfermedad que nos ha inoculado el capitalismo triunfante y su desprecio a la inteligencia, al tiempo que saboreo en este otoño tardío, las palabras de Federico: “bien está que todos los hombre coman, pero que todos los hombres sepan”.

Rafael Guardiola
           

3 comentarios:

Unknown dijo...

Magnifico articulo Sr. Lisensiado,jeje,...aprovechalo y mandalo a los lumbreras del gobierno,aunque dudo,si supieran o supiesen leer algunos de los individuos/as,sepan interpretar esta magnifica reflexion....como bien dejas patente,pensaran que son cosas de locos y romanticos

Anónimo dijo...

Está muy bien este artículo y comparto su opinión, el afán por un progreso rápido nos va a llevar a un retroceso seguro.
También veo que ese afán de progreso es en realidad un disfraz que tiene puesto la intención de adoctrinamiento por parte de nuestro gobierno a generaciones venideras.
La búsqueda de la censura que está llevando acabo aún se puede parar, y hemos de luchar por ello, pues sería de bobos perder en unos años lo que tantos siglos nos ha costado conseguir, y aunque ahora se infravalore, hay que proteger este derecho. !Que es nuestra libertad de expresión!

Anónimo dijo...

Como alumno suyo que fui y gran amante de las artes, las humanidades, el respeto, el pensamiento y, sobretodo la música no puedo más que decir Amén.

Nos toca reprimir ese sentimiento de violencia a la fuerza y cerrar los puños pensando que aún se le puede dar voz al pensamiento y a la inteligencia porque no todo en este mundo es dinero OSTIAS!

Un saludo del vocalista del grupo local Tarifa Plana, Luismi Grayonay