Si el soporte que utilizo para
escribir fuese papel, tendría ahora mismo la papelera a rebosar de folios
arrugados y estaría haciendo flaco favor a los árboles, y a nuestra maltratada
naturaleza. El hecho es, que no consigo poner en claro el comienzo de mi
primera colaboración en este diario y no es por falta de ideas; es debido más
bien a la necesidad y “mala costumbre” que tenemos algunas personas de dar de
inicio buena impresión. Es de suponer que esto entra dentro de lo que puede ser
la normalidad; habida cuenta de que acumulo poca experiencia en este campo de
las publicaciones externas. No es lo mismo escribir en un blog propio, como es
mi caso, que hacerlo como colaborador en uno ajeno que sabes de antemano será
leído por un mayor número de visitantes. Podría decirse que lo que me está
sucediendo es el típico miedo escénico tan característico en el oficio
interpretativo – o creo más bien “al qué dirán” tan incrustado en nuestra
tradición popular-.
Es mi propósito tomarme estas
colaboraciones como un reto personal.
Parto de la premisa de que el
fracaso no está supeditado a no conseguir los objetivos marcados, sino en que deseando
hacer una cosa por miedo no se intenta. Por tanto, me pongo montera en mano y saludo al tendido
–otro loco se ha incorporado al diario-, pues me apetece iniciar esta relación
con usted amigo lector, dándole a conocer mis orígenes literarios e inicios en
esto de la escritura -me ha parecido lo más conveniente teniendo en cuenta que
en sucesivas colaboraciones podré ocuparme de otros temas que incumbirán a
otras personas, injusticias sociales,
protestas…etcétera, etcétera-. Creo que lo más apropiado por mi parte es
dedicar estas primeras líneas a los motivos que me incitaron y cómo se inoculó
en mí este virus benigno y adictivo.
La historia es la siguiente:
He sido siempre un buen lector y
los que me conocen saben de ello, la lectura me apasiona. Soy capaz de
adentrarme en las entrañas de un libro y perder el sentido de la realidad, sin
embargo, en lo referente a la escritura, he de confesar que en tiempos pasados
encontraba cierta dificultad en hilar dos renglones seguidos que tuvieran algo
de coherencia -aparte de errores ortográficos, sintácticos, semánticos y demás
que pudiera cometer y que algunas veces cometo todavía, ruego sepan
perdonarlos-
Cierto día, a finales de los
años noventa cuando participaba en unos cursos terapéuticos de crecimiento
personal y autorrealización en el centro de psicología humanista de Málaga. Mi
buena amiga Rosa, psicoterapeuta y
responsable del grupo, nos propuso entre otros trabajos y ejercicios, ir
escribiendo un diario de vida. Esto era,
desde nuestro nacimiento hasta el momento presente -rondábamos el año
1997-, con el fin de ir conociendo aspectos de nuestra personalidad que
pudieran estar ocultos para nosotros mismos -sé a ciencia cierta que hay
muchas, muchas personas un tanto reticentes a este tipo de trabajos ya sea por
desconocimiento o por temor a rascar en su propio interior-.
Mi amiga, como digo, nos recomendaba con su dulce y acaramelada
voz en la penumbra de una sala amplia con aroma suave a incienso comprado en la
misma India:
"Escribid para sacar toda la suciedad que podáis llevar dentro, plasmarlo en papel, en ordenador o en el soporte en el que deseéis. Llenad páginas, páginas y páginas, de lo primero que se os ocurra, de lo que sintáis que os hace daño y después si os apetece quemadlas o borradlas. Y sed honestos, no os engañéis, aunque de cara a los demás os mostréis de forma diferente a como realmente os sentís. Esto es como un ritual, en el cual, os desprenderéis de ese malestar interno y en cualquier caso alejará fuera de vosotros de forma simbólica, aquello que os puede atormentar. Este acto simboliza un traspaso “metafórico” hacia el exterior"
Y no le faltaba razón a mi amiga Rosa.
Desde entonces, seguir este
consejo, me ha llevado a una larga travesía no exenta de sacrificios. A moldear
muchos renglones seguidos en una buena cantidad de diarios personales y bitácoras de vida. Y lo que en principio
empezó como un juego no muy divertido por cierto, se transformó con el paso de
años en necesidad, en ocasiones compulsiva, y de alguna forma cada vez más
diáfana, clara y transparente.
Este esfuerzo, sin buscarlo
produjo frutos inesperados; parece ser que no era yo un terreno tan yermo y
baldío como pensaba, pues, aparte de
servirme la escritura como canalizadora de un amplio elenco de sentimientos y
emociones -por tanto, cumplirse el primer fin para el que escribía los diarios:
el conocerme mejor-. Me ha facilitado una creatividad en todos los sentidos sin
haberla pretendido y esta se ha extendido a otras facetas de mi vida, ejemplo
de esto mis conocimientos de encuadernación de libros –ya escribiré algo sobre
esta afición mia-. En definitiva, ha sido como una inyección en vena del
gusanillo de la escritura; que ahora se ha convertido en creativa.
Demasiado respeto les tengo a
los escritores para acometer una empresa tan difícil como la de ese oficio que
admiro tanto. Ni siquiera creo poder estar a la altura de algunos colaboradores
de este diario. ¡Dios me libre! mis pretensiones son otras: tan solo aspiro a agradarme con mis pequeñas y modestas creaciones literarias (micro
relatos, relatos cortos y artículos de opinión). Es divertido para mí escribir.
Es como componer un puzle en el que tienes unas piezas y buscas las que te
faltan, o encuentras una que te gustaría acoplar pero no la puedes encajar pues
no das con el sitio adecuado; o formas el exterior y te falta la parte central,
o sin quererlo, en un descuido, le das un manotazo y lo destrozas y a empezar
de nuevo –esto último me ocurre con frecuencia-.
La escritura me encanta, me
apasiona, y nunca pensé que pudiera hacerme sentir tan bien, y si con ello
puedo provocar un efecto parecido a los demás, contagiándoles de alguna manera,
o incitarles a la lectura, me puedo dar por satisfecho y pagado.
Por último, quisiera agradecer a
Jesús Manuel Castillo el que me permita
participar en El Mirador de
Churriana. Compruebo que cada vez somos más los que colaboramos con él en este
ilusionante e interesante proyecto que sigue creciendo día a día.
José Cabrera Villalba
No hay comentarios:
Publicar un comentario