sábado, 26 de octubre de 2013

FIRMA INVITADA:PACO HACE MAGIA



Mi mujer dice que Paco hace magia en su pequeña tienda de Monsávez, donde reinan la fruta y el pan por derecho propio, dentro de la enorme chistera de un piel roja que reparte su corazón entre Almogía y Campanillas. Paco Rodríguez ve, día a día, cómo su tienda se llena de niños a los que saca gusanitos de las orejas, como si formaran parte de su extensa corte de sobrinos. Da calor y cobijo a respetables ancianos, con su respetuosa atención e infinita paciencia, repasando las cuentas, como si se tratase de sus propios padres, quienes se resignan en un mundo de olvido, construído a trompicones por el caprichoso cansancio de las neuronas. El truco de Paco es, si me permiten la indiscreción, que a nadie engaña y, sobre todo, que "sabe escuchar".
                Nadie más fiel al Málaga C.F, a la pasión por lo propio, y a la simpatía empirista hacia los rostros desencajados, la pesadumbre, el tedio gris, la inoportuna ansiedad, el desamparo o el desamor. Paco siempre escucha. Pero, ¿quién escucha a Paco? Es el sino de los humanos tocados con la "voluntad de poder" nietzscheana, porque es difícil ser fuerte, ponerse a leer entre ladridos, escapaz de la experiencia del dolor prolongado en el hospital, y despertarse generoso, orgulloso de todo lo que a uno le sobra, y dedicarse sin contemplaciones a repartir trucos de magia a diestro y siniestro.
                A Paco se le iluminan las ojos y su voz se vuelve más cálida, si cabe, cuando habla de su pareja. Se me antoja que Paco y Loli podrían proclamar: "en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos", como decía una vieja canción que le gustaba cantar a mi primo Miguel -otro gran luchador- con un timbre brillante y majestuoso. Y es que el amor es el truco definitivo de mi amigo piel roja. ¡Te he descubierto!
                Año tras año, mi amigo Paco caía en la final del torneo infantil de ajedrez de la ciudad de Málaga ante el mismo adversario. Año tras año, luchaba con las armas que infunde la pasión intelectual, y aprendía de la simbólica derrota, resurgiendo como el Ave Fénix con ánimo renovado y fuertemente disciplinado, a pesar de no haber gozado de las mieles del triunfo. En realidad, Paco ha ganado la partida a la vida hace mucho tiempo, y los que disfrutamos del regalo de su amistad lo sabemos.

Rafael Guardiola

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