domingo, 11 de agosto de 2013

TRAFICO REUBICARA RADARES FIJOS AL DETECTAR QUE LOS CONDUCTORES YA LOS CONOCEN Y LEVANTAN EL PIE

La jefa provincial de Tráfico explica que la mayoría de ellos se reubicarán en los accesos a la capital. Entre otros lugares se barajan el tramo del falso túnel de Carlos Haya o el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga. También la travesía de Guadalmar. «En esos puntos, un simple alcance se traduce en kilómetros de retenciones», insiste Hernández

La reacción es instintiva. Casi automática. Los conductores pisan el freno al unísono para adecuar la velocidad del coche a la que permite el radar. Cuando el cuentakilómetros marca 80, pasan tranquilamente y vuelven a acelerar. Solo unos pocos incautos, los que no conocen la zona y tampoco han visto la señal, siguen a velocidad de crucero y se dan cuenta demasiado tarde del flash.

La escena se repite en cualquier punto de control de velocidad que lleve demasiado tiempo instalado en el mismo lugar, una vez que la población se ha acostumbrado a él. La Dirección General de Tráfico (DGT) sabe que su red de radares, transcurrido un tiempo, dejan de ser útiles para combatir la siniestralidad e incluso acaban convirtiéndose en un peligro debido al hábito adquirido por los conductores de frenar en seco y acelerar justo después de pasar por ellos.

Por eso, la DGT ha emprendido un estudio del mapa de cinemómetros que tiene repartidos por la provincia para comprobar su eficacia. Según los primeros datos analizados, aproximadamente un tercio de los 16 radares (entre fijos y móviles) de la red viaria malagueña se trasladarán a otros puntos para evitar el 'efecto frenazo' que provocan cuando dejan de ser eficaces y, al mismo tiempo, frenar la siniestralidad y mejorar la circulación. En cualquier caso, seguirán estando señalizados.

«La idea es reubicar algunos en otros puntos donde se producen accidentes que, a su vez, generan grandes atascos», según explica la jefa provincial de Tráfico, Trinidad Hernández. El primero de ellos es ya inminente. La DGT está trabajando en un proyecto para instalar dos radares de tramo –uno por sentido– en la autovía de Las Pedrizas, una petición expresa del Ministerio de Fomento, que ha solicitado a Tráfico que tome medidas para «controlar» los grandes atascos que suelen producirse en esta carretera, sobre todo en verano.

Zona de los túneles

La intención de la DGT es que entren en funcionamiento antes de finales de año. Previsiblemente, se ubicarán en la zona de los túneles de Casabermeja, un tramo donde los accidentes suelen traducirse en importantes caravanas. El último ejemplo, sin ir más lejos, se produjo el domingo. Un alcance entre dos coches en el Alto de Las Pedrizas causó 12 kilómetros de retenciones, que se extendieron precisamente hasta los túneles.

Según las previsiones de Tráfico, para el proyecto A-45 se podrían aprovechar los dos radares fijos que se han retirado en la N-340 a su paso por la localidad de Mijas, que estaban en el faro de Calaburras (sentido Cádiz) y en La Cala (hacia Málaga). En su lugar, se han instalado allí sendos radares de tramo entre el faro y La Cala, de manera que controlan unos cuatro kilómetros del trazado.

Aunque estos dispositivos se inauguraron el 28 de junio, se dejó un periodo de prueba que concluía a principios de este mes. Hasta ahora, la DGT no ha denunciado a los usuarios que han sido sorprendidos por encima del límite de velocidad, que es 80 kilómetros por hora; simplemente se les ha enviado una carta a su domicilio en la que se les informa de la infracción y se les advierte de que, en el futuro, podrán ser multados. Desde que se activaron, los radares de tramo de Mijas han cazado a más de siete mil conductores –el 20% de los controlados– que superaban el máximo establecido para ese tramo de la vía, que es de 80 kilómetros por hora. A partir de ahora, las fotos sí acarrearán expediente sancionador.

Otro de los radares que están en estudio es el de la autovía A-7 a su paso por la barriada malagueña de El Palo, en el kilómetro 246 de la ronda este, en sentido Almería. Aunque es el que impone el mayor número de denuncias en términos absolutos, la tasa de infractores respecto al total de usuarios apenas llega al 3%, lo que demuestra la pérdida de eficacia, ya que los conductores están muy familiarizados con él y frenan en seco al pasar bajo el pórtico en el que está instalado.

El emplazamiento al que pueden mudarse también está sujeto a análisis. Y la elección no es sencilla. «Primero hay que estudiar las condiciones técnicas de la vía», afirma Trinidad Hernández. «Para poner uno –prosigue– en la segunda ronda, por ejemplo, habría que acometer primero un proyecto e instalar la fibra óptica, paneles variables… Y, cuando tuviéramos todo eso, que cuesta millones de euros, instalar el radar».


En época de sequía económica, la opción más factible es situarlos en carreteras que dispongan de estas instalaciones con el fin de ahorrar presupuesto.

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