Juan Antonio de Luque fue uno de los cien pasajeros del avión de Spanair que se vio obligado a aterrizar en Sevilla. Finalmente fueron trasladados a la capital por carretera
La tensión se apoderó de Juan Antonio de Luque cuando el avión de Spanair en el que viajaba en dirección a Málaga comenzó a sufrir fuertes turbulencias sin posibilidad de aterrizar en el aeropuerto de destino. "Aunque mantuvimos la calma, hubo momentos en que pensé que eran nuestras últimas horas", aseguró el joven mientras recordaba lo sucedido en el vuelo, que salió de Barcelona a las 20.10 horas y que acabó en las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Sevilla. Finalmente, las casi cien personas que conformaban el pasaje llegaron a la capital malagueña en diferentes autobuses hacia las 3.30 horas.
"Cuando nos acercábamos a Málaga, el avión comenzó a dar vueltas y nos dijeron que era por el tiempo. Pero luego hubo un intento de aterrizaje y de repente el avión volvió a coger velocidad y a despegar. Más tarde vimos una luz muy intensa y muchas turbulencias y nos comunicaron que habían caído tres rayos", explicaba el joven, quien asegura "viajar de forma habitual y nunca haber visto algo similar".
Además, olía mucho a quemado dentro del avión y cuando llegamos a Sevilla, hacia las 22.30 horas, nos tuvieron casi una hora esperando para desembarcar hasta que terminaron de comprobar lo que había pasado", agregó De Luque.
Según Aena (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), este fue el único vuelo con dirección Málaga que se desvió de su destino final. Por su parte, uno de los responsables de comunicación de Spanair, Adolfo Lázaro, añadió que la tripulación del avión "analizó la situación una vez realizado el aterrizaje en Sevilla para ponderar si se podía retomar el vuelo, pero teniendo en cuenta las condiciones resultó muy difícil, por lo que decidieron trasladar al pasaje por carretera".
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