jueves, 31 de julio de 2008

COLICHET O UNA APUESTA SOLIDARIA PARA LOS MESES DE VERANO


La casa de acogida Colichet para enfermos de sida ofrece múltiples campos de trabajo para los meses de julio y agosto.

Las instalaciones situadas en nuestro distrito son un escenario donde los más jóvenes podrán realizar labores de voluntariado en las que, además, participarán en numerosas dinámicas, tanto en grupo como de manera individual.

Entre ellas, destacan las que se llevarán a cabo en el exterior del edificio que da cobijo a este centro.

El tipo de trabajos que se van a efectuar abarca una amplia gama de labores, entre las que destaca la posibilidad de compartir múltiples experiencias junto a los enfermos acogidos, que siempre servirán para que los participantes descubran que, al dar algo de su tiempo a los demás, reciben una gran recompensa en su alma.

Sus vidas no han sido ejemplares.

No son un modelo a seguir, pero los doce enfermos de sida acogidos actualmente en Colichet necesitan ayuda.

Por ello, un año más (y van cuatro), en ese centro se convocan diferentes campos de trabajo de verano, con los que se pretende, por un lado, dar a conocer cómo es la vida allí; y por otro, realizar actividades que, en otras épocas del año sería más complicado por motivos meteorológicos, como por ejemplo, encalar las paredes de un patio.

Joseba Vega, coordinador de estas actividades, afirma: “los voluntarios, al apoyar la casa y sus actividades, apoyan a los mismos acogidos. Son gente joven con necesidades afectivas. Aquí se convive con otro tipo de personas”.

A lo largo del presente verano se han realizado dos campos de trabajo con bastante éxito, y la primera semana de agosto se prevé la realización de uno más. Con una media de asistencia de cinco voluntarios, esta iniciativa supone la cobertura de trabajos muy necesarios en la citada casa, y que son fácilmente realizables sin necesidad de tener una formación específica.

Vega asegura que algunos de los que acuden para realizar una colaboración estival, luego se incorporan como voluntarios permanentes de la casa.

Su edad suele oscilar entre los 16 y los 25 años y acuden con la intención de “hacer algo gratis por los demás y también por la curiosidad de tratar con enfermos de sida. Esto llama la curiosidad de los más jóvenes”.

Del mismo modo, el coordinador de estos campos indica que los más jóvenes suelen realizar tareas más puntuales, y que las personas de mayor edad que acuden a contribuir con la causa, permanecen con labores de manera continuada.

Algunas parroquias acuden al llamamiento y participan acompañados de un responsable. La experiencia arroja resultados muy positivos, ya que como informa Joseba Vega, los asistentes reflexionan mucho, lo que les ayuda en sus vidas. Asimismo, la casa de acogida Colichet baraja la posibilidad de realizar otro campo de trabajo durante la feria de agosto, para continuar con la realización de labores precisas, como pintar un testero del patio, arreglar unas plantas o incluso limpiar una flauta como nos cuenta María Sales, una voluntaria de 28 años que vino expresamente desde Castellón para esta obra, que conoció a través de unos amigos.

Ella decidió usar sus vacaciones como una forma de ayudar a quienes lo necesitan, algo familiar para ella, ya que lo ha hecho en tres ocasiones. Afirma que son unas vacaciones diferentes, que es una forma de conocer a gente nueva y, además, te llevas una buena impresión, ya que “no puedo cambiar el mundo, pero sí hacer algo por los demás”. Es cierto, una persona no puede cambiar el mundo, pero entre todos, sí podemos hacerlo mejor. Y tú, ¿te harías voluntario?

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