martes, 8 de julio de 2014

CARTA AL DIRECTOR





Quisiera ser Marilyn Monroe para susurrarle, Sr. Director, un sensual “happy birthday” y dejar en su rostro el rastro de mi pintalabios rojo, pero he de reconocer que me parezco más a la cantante calva de Ionesco, y encima tengo una barba y una voz de barítono altamente sospechosas. Me gustaría ser el enigmático genio de la lámpara maravillosa de Aladino para arrancarle dos deseos (el tercero ya me imagino cuál puede ser, y me parece indecoroso mencionarlo aquí, porque estamos en horario infantil). Quisiera ser el actor británico de origen hebreo Peter Sellers para regalarle también un “guateque” como el que diseñara Blake Edwards en “The Party”, con elefante y todo, llenando de risas compulsivas el “mirador” desde el que otea con tanto acierto el horizonte del Valle del Guadalhorce, siguiendo la emprendedora estela de los primitivos pobladores fenicios del Cerro del Villar. Me gustaría ser, aunque fuera de lejos, el inexorable tic tac del dios Cronos, para volver a escuchar su entusiasta voz adolescente, en el fragor de aquella paella de 1995, gestada en las inexistentes zonas ajardinadas del IES Jacaranda de Churriana-Málaga, rodeado de tantas “almas bellas”, como diría elegantemente Schiller. Y entonar así, como este último, una nueva oda a la alegría, en su honor, con sobreabundancia beethoveniana agitando nuestros tímpanos, brindando por el nuevo sol, y gritando a los cuatro vientos, al borde del delirio, ¡que el placer se extienda entre todos nosotros! Muchas felicidades, amigo, disfrute al máximo de su excelencia aristotélica, en el justo medio entre el exceso y el defecto, y no se olvide, por favor, de subirnos el sueldo. Atentamente.
                     
Rafael Guardiola

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