Nos encontramos ante probablemente las fiestas más bonitas
del año, las ciudades se engalanan de luces y colores, se escuchan villancicos
y la alegría está más en el ambiente. Por nuestra parte estamos más propensos a
las relaciones humanas o mejor dicho a expresar el cariño, la amistad, el amor,
y a proporcionar y procurar solidaridad, tolerancia, compresión, respeto,
empatía, etcétera; una serie de valores que no nos vendría nada mal alargar
para todo el resto del año. Las casas la decoramos como mejor podemos para que
estén bonitas para estas fechas, pues vamos a recibir presumiblemente visita de
familiares y amigos y celebraremos cenas y comidas en los días clave.
Para mí y para muchos de mi generación que como bien dice mi
amiga Amelia nos va a cambiar más pronto que tarde el prefijo del 4 al 5, la
navidad empieza con el soniquete de números y Euros de los niños de San
Ildefonso. Este es para nosotros el punto de partida, aunque de un tiempo a
esta parte la Navidad al estar comercializadas en exceso, las grandes cadenas
comerciales, medios de comunicación con sus anuncios, nos han impuesto su
comienzo allá a finales del mes de Noviembre, y para nuestra tradición que
culmina con los Reyes Magos, resulta un tanto dilatadas y estiradas. No voy yo
ahora a iniciar el tan traído y llevado debate, que de forma reiterada brota
todos los años por estas fechas entre las generaciones jóvenes y no tan jóvenes;
de cuáles son o deben ser las más bonitas y más entrañables y más auténticas,
pues por parte y parte habrá razones de peso para mantener su postura.
Nada tengo contra el gordinflón con cara de buena persona
vestido de rojo y transportado por un montón de renos. Para mí el pobre de Papa
Noël o Santa Claus hay que compadecerlo, pues, se le ha incrementado el trabajo
puesto que se le han adherido más afiliados
a su lista de reparto desde que países con tradición a los Reyes Magos también
regalan en Nochebuena.
Quizá y como he comentado antes, por mi edad soy más afecto a
los Reyes Magos de Oriente. Los tres reyes con sus correspondientes pajes y
camellos. Hay que reconocer que habiendo sido educados bajo el “protectorado”
del catolicismo, los Reyes de Oriente venían de perlas para ser los elegidos
para el reparto a mansalva de regalos para todos los niños.
Y como en estas estamos he querido traerles un ejemplo de una
carta a los reyes magos. Que bien pudiera ser de cualquier niño. La he
extractado de la revista que recibo mensualmente de Aldeas Infantiles a la cual
pertenezco, y es la siguiente:
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:
Me llamo………………………..y tengo……..añazos. Yo creo que este año me
he portado bastante bien. Bueno, mis padres dicen que regular porque, aunque
estudio mucho en el cole, a veces no soy muy obediente, así que voy a intentar
portarme mucho mejor el año que viene.
Reyes Magos, primero quiero pedir algunas cosas importantes
que no son para mí: os pido un CAMIÓN cargado con millones de besos, caricias y
achuchones para que ningún niño del mundo le falte amor; una BICICLETA con
superpoderes para llevar alegría a todas las familias que en estos momentos no
la tienen; un ESPEJO MÁGICO para que los jóvenes se vean más fuertes y capaces
de todo; y un BAÚL llenito de corazones generosos y solidarios para ayudar a
quienes más lo necesitan. Ya sé que lo que os pido es un poquito difícil, pero
mis padres me han dicho que seguro que utilizáis vuestros poderes mágicos para
conseguirlo. Y además me gustaría que me trajerais……………………………
Querido Reyes, os quiero mucho y espero que podáis traerlo
todo. Como seguro que venís cansados y hambrientos de repartir tantos juguetes
e ilusiones, os dejo para comer unos cuantos CARAMELOS y un poquito de TURRÓN
DE CHOCOLATE que espero que os chiflen tanto como a mí.
¡QUE LO DISFRUTEIS! UN BESO MUY GRANDE.
Esta carta bien podría estar firmada por cualquiera de
nuestros niños o por qué no, por cualquiera de nosotros.
Acabo de enviar la mía, ya se puede hacer por correo electrónico
incluso por Whatsapp, y entre algunas cosillas que he pedido quiero que este
año me atiendan particularmente la
petición de EMPATIA, un bidón, un cubo,
una caja, un kilo….como quiera que venga contenida y envuelta, pues el poder
tener la facilidad de identificarme mental y afectivamente con el estado de
ánimo de otra persona, es el fundamento – para mí- de las relaciones humanas.
Y ya para ustedes, mi deseo de que estas fiestas las celebren
con sus seres queridos en paz y harmonía. Qué sientan y vivan la vida como lo
hace un niño; con alegría e ilusión y no siendo tan propensos a la
desesperación y a la desesperanza por el futuro; vivamos todos un poco más el
presente.
Y como despedida me gustaría hacerles
partícipes de una receta navideña para que, si es posible, la podamos cocinar
durante todo el año:
Reunamos varias medidas de ilusión, una pizca de amistad y un
gesto de ternura. Horneemos la mezcla con un ánimo paciente. Envolvámosla con
risas, luces y canciones. Y finalmente, ofrezcámosla con el corazón.
¡¡FELIZ NAVIDAD; FELICES REYES Y FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!!
Pepe Cabrera
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