Entusiasmo
es la palabra. La palabra justa por la que porfía el poeta, capaz de vender su
alma a Mefistófeles en un rapto de locura sobrehumana para sostener la
arquitectura de los versos, leit motiv de la película “El tigre y la nieve” que
dirigiera y protagonizara el histriónico Roberto Benigni en 2005, teniendo como
fondo la diabólica guerra de Irak. La palabra, el Verbo, es el principio de
todo, en el Evangelio de San Juan, donde “principio” es el Arjé del pensamiento
griego antiguo (origen, causa y sustrato permanente) y el “Verbo”, la
transcripción del múltiple significado del término Logos, que no es sólo
palabra para los padres de nuestra civilización, sino también “Razón”, el
garante universal de todo lo que existe, existió y existirá. El genial Johann
Wolfgang von Goethe se permitió la licencia de agitar el pensamiento, a caballo
de los siglos XVIII y XIX, introduciendo una nueva precisión sobre el
“principio” en las páginas de su inmortal Fausto: al principio fue la “acción”.
Pues, como afirma el oscuro Heráclito de Éfeso, en el lejano siglo VI a. C.,
todo cambia y nada permanece, y nuestro mundo, como nos recuerda el filósofo
austríaco Ludwig Wittgenstein en pleno siglo XX, no es un conjunto de objetos,
sino de acontecimientos, de sucesos y procesos. Con fuentes tan ilustres me
atrevo a proclamar que “entusiasmo” es, por tanto, la palabra, la razón y la
acción.
Y se
preguntarán, ¿a qué viene esta manifestación de incontinencia
poético-filosófica con la que está cayendo, en un mundo de infantas imputadas y
exministros condenados que piden clemencia para no ir a la cárcel? Espero que
me disculpen, y entiendan los motivos por los que me he atrevido a trazar esta
escenografía barroca de altos vuelos. Entusiasmo es la palabra, la razón y la
acción que resume el principio, el pasado y el presente de mi amigo Jesús
Manuel Castillo Ramos, director de “El Mirador de Churriana” y uno de mis
alumnos más inquietos de hace casi veinte años. Jesús está muy orgulloso de su
“acción”, de ver materializado en el creciente número de visitantes de este
medio de comunicación y en la aparición del segundo número en papel, su
capacidad para hacer llegar a la ciudadanía de Churriana la actualidad de la
noticia y los latidos de la vida social de la barriada. Y no es para menos.
Enhorabuena, Jesús, una vez más, por el éxito de tus innumerables proyectos,
por jugar con el futuro de forma tan hábil e infundir tanta ilusión en tus
actos, muchos de los cuales, también son nuestros.
En
su libro Eros y Civilización, el filósofo alemán Herbert Marcuse –uno de los
faros de las revueltas estudiantiles parisinas de mayo de 1968, junto con Marx
y Mao- nos anunciaba que el futuro era femenino. Y lo femenino, en clave
freudomarxista, significa el retorno de lo reprimido. No me atrevo a lanzar las
campanas al vuelo en este punto, aunque confieso que no me disgusta la idea,
sobre todo, teniendo en cuenta las aberraciones a las que se ha llegado en la
sociedad industrial avanzada por la vía de la masculina razón instrumental. La
demonización del cuerpo, de las pasiones, de lo natural, y hasta de lo animal,
y el olvido de la justicia social, tan patriarcales, no son santos de mi
devoción. Por otra parte, no está de más recordar, en este sentido, dos de las
consignas más famosas de la filósofa y escritora francesa, feminista y
existencialista, Simone de Beauvoir, que
aparecen en El segundo sexo, libro publicado en 1949 y pieza angular de la
historia del feminismo: “No se nace mujer, sino que se llega a serlo” o “El que
el hijo sea la finalidad suprema de la mujer no es más que un eslogan
publicitario”. Fue la primera pensadora que exploró con detenimiento, las consecuencias
negativas de la asignación, por parte de las definiciones patriarcales, del
sexo femenino al mundo natural, en contraposición al concepto de progreso de la
civilización, refugio habitual de lo masculino. Y pienso que el futuro es
femenino, entre otras cosas, gracias a la palabra, la razón y la acción de
mujeres inteligentes, valientes y cariñosas en su firmeza, como mi compañera
Josefina Roldán, profesora de Inglés del IES Jacaranda de Churriana.
Entusiasmo
es también la palabra, la razón y la acción de Josefina Roldán, por mucho que
el decoro y la discreción que atesora de modo natural se empeñen en ocultarlo.
Alegría, entusiasmo, compromiso, disciplina, respeto, son algunas de las
divisas de su escudo heráldico. No pocas veces ha recorrido, cual “dama
andante”, siguiendo la estela romántica de Don Quijote, las estancias del
Castillo Jacaranda, predicando tanto entre el alumnado como entre el
profesorado del mismo, las virtudes de hablar y entender lenguas diferentes a
la propia, haciendo realidad ese sueño de las madres que nos conminaba a
aprender idiomas como la clave para nuestro éxito profesional. Josefina no se
equivoca, y está empeñada en convertir sus clases en parte de la vida
cotidiana, escenificando fragmentos de la historia y preocupándose, como una
madre nutricia, del futuro incierto de una juventud que ha visto secuestrada su
ilusión, como consecuencia de la aplicación de las crueles leyes del mercado.
Por todo ello, gracias, muchas gracias. Entusiasmo es la palabra.
Rafael Guardiola
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