A raíz de mi último artículo publicado en este medio “El parque
calcinado” recibí correos y comentarios de amigos y compañeros identificándose
con el espíritu crítico del mismo. Algunos
me indicaban que era demasiado suave y otros aprovecharon para hablarme de
ejemplos cercanos.
Pensé, al escribirlo, que era demasiado localista pero he
comprobado que lo que narré era fácilmente extrapolable a otros lugares, la
mayoría de esas opiniones me han llegado desde fuera de Churriana. Una
compañera de trabajo me comentó que por la zona de Los Guindos un parque
infantil ha sido destrozado dos veces y que ha llegado a pensar que las mismas
empresas que los instalan tienen intereses ocultos. Otro de los comentarios
venía a decir que ver el parque destrozado es tan habitual, que te vas acostumbrando
a ello y casi no le das importancia. Algunos, por el contrario, me han
manifestado, más afectados, que no hay que dejar las puertas abiertas al
vandalismo, que se debe combatir de algún modo.
He sacado varias conclusiones: Gracias al artículo, he difundido
la noticia puesto que había personas que no se habían enterado, aún viviendo en
Churriana. He denunciado esa falta de civismo que desafortunadamente se respira
en nuestra sociedad, con la que muchos estaban de acuerdo. Y, por último, he
conseguido fomentar un interesante debate sobre el tema.
Sin embargo, alguien puso una objeción al escrito, mi hermano. Con
la particularidad de ser, él mismo, uno de los cuatro malagueños que aparecía
en el artículo como los viajeros de Noruega. Me decía que tenía toda la razón,
pero que me había faltado algo de optimismo en la comparación que había hecho
con el país nórdico. “Recuerda que Hans -nuestro anfitrión- enfermó ese día y
estuvimos buscando una farmacia de guardia por varios pueblos y no encontramos
ni una ¿cuándo iba a ocurrir esto en Málaga?” Confirmo su recuerdo.
Unos días después, en la presentación de este periódico, coincidí
con mi colega de blog, Guardiola y su esposa. Departiendo con ella le pregunté
si su marido era igual en casa que en la vida pública y en sus escritos, me
dijo que siempre rebosaba optimismo. Pude comprobarlo.
Se acerca La Navidad, días entrañables y señalados. Fechas en las
que, todos los años, hacemos propósito de buenas intenciones. Seguro que
intentaremos olvidar esta situación puñetera en la que vivimos. El paro supera
el 25 %, los impuestos subiendo, la sanidad se está vaciando lentamente, la
educación sufre su enésima reforma. Los políticos, en general, dejan mucho que
desear. Llevamos sobre nuestras espaldas un lustro de crisis y, todavía, no vemos claro el final. El cuerpo me pide
protestar, criticar a gritos todo lo que veo alrededor. Sin embargo, hoy, voy a
hacer acto de contrición porque, a veces, querer es poder. Hace poco, leí en
una entrevista a Víctor del Árbol, un novelista catalán, que reflexionaba: “
Luchamos por lo que queremos, a veces lo conseguimos y a veces no. Pero lo que
da sentido a la vida es luchar, no resignarse”.
Por eso, me he propuesto terminar el ejercicio luchando contra el
pesimismo con unas líneas de esperanza, siguiendo la idea de mi hermano, de
Guardiola o de Víctor del Árbol. Quiero acabar el año con unas gotas de
optimismo que puedan contagiar al lector.
Vivimos en un lugar privilegiado donde muchos desearían hacerlo.
El clima es idóneo, somos el destino preferido de trabajadores y turistas. En
España la escuela es obligatoria y
gratuita hasta los 16; la mayoría de las medicinas aún podemos conseguirlas en
la Seguridad Social, aunque sean genéricas; y todavía los hospitales y centros
de salud están abiertos para todos.
Ese negro horizonte, puede tornarse en algo esperanzador. Mientras
tanto, nos refugiaremos en esos momentos de felicidad que cualquiera de
nosotros puede encontrar en una cerveza con sus amigos al sol del otoño
compartiendo risas, en un paseo al atardecer a la orilla del mar viendo la puesta de sol, en un viaje
romántico con la pareja a cualquier pueblo andaluz, en una buena cena a la luz
de la luna, en un día nublado frente a la chimenea. Momentos para disfrutar,
momentos para el optimismo. Busquemos en cualquier resquicio la alegría de
vivir. Luchemos por dar sentido a la vida.
Antonio Villalba
No hay comentarios:
Publicar un comentario