miércoles, 23 de abril de 2014

COLUMNA DE OPINION.UN BUEN PARAISO




Los museos, las papelerías, la contemplación del horizonte en un amanecer en la playa, la mirada sonriente de mi mujer,  la risa espontánea de mis hijos, el sol, las ventanas abiertas al aire de levante en un día de verano, un buen paseo en bicicleta. Son cosas que me producen calma y sosiego.

Pero de todas las cosas son los libros los que me producen mayor placer; tocarlos cuando los estoy leyendo, me tranquiliza. Los libros que leo, los libros en las estanterías que brindan su olor característico y su geometría perfecta, ofreciéndose como motivos de conocimiento, de conversación o de placer. Los libros en las bibliotecas, esos libros ya leídos que han conversado con tanta gente que se han intercambiado vivencias entre libro y lector; los libros ¡Qué maravilla! 

He de confesar sentir cierta complicidad encubierta hacia las personas que aun no conociéndolas de una manera intensa, confiesan su hábito lector, esto me predispone a creer que son por lo general personas curiosas con ganas de conocer y de aprender, normalmente esto es así. Y tiendo a pensar que las personas que no tienen el hábito lector, pudiera ser debido a que no se han encontrado el libro adecuado que le despierte ese duende dormido, como a mí me ocurrió con Demian de Hermann Hesse.

Dejando aparte mi debilidad hacia la forma física, lo verdaderamente importante es su contenido y no el soporte físico en el que se pueden adquirir. 

Llegará un momento en que convivan varias formas de libros, y aunque, a mí manera de entender, las sensaciones físicas de un libro impreso no lo aporta el libro digital, en diversas circunstancias, el tenerlos digitalmente almacenados contribuye al ahorro de espacio y facilita su accesibilidad. Mi creencia es que están condenados a entenderse. Lo que espero que no cambie nunca es la impresión que deja el libro en la persona que lo lee: el estar hablando reposadamente con un interlocutor que o sabe más o lo está diciendo de modo que alimenta tu propio intelecto, tu capacidad para conversar o tu ansia de conocimiento. En mi caso, un libro siempre; o varios: cuando viajo, en la casa, en el baño, en la mesita de noche. Mi premisa: leer para alimentar mi curiosidad vital. Algunos sabios dicen que leer es beneficioso para la salud mental y física. En todos los casos; siempre sirve para contrastar, para mirar desde otra perspectiva sobre lo que nos parece saber o creemos que sabemos con seguridad. 

Y aunque parezca un tópico, en ellos se encuentra siempre un pequeño tesoro, y por nimio que parezca nos revelará algo diferente y distinto en cada caso.
Desde esta humilde atalaya y dejando aparte sus efluvios beneficiosos, la lectura es la única adicción que me atrevería a aconsejar y sugerir. Nunca es tarde para engancharse e incitar a otros a ello. Me confieso gran incitador de este propósito. 

Para terminar deseo hacer mia la frase de Jorge Luis Borges cuando dijo: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de Biblioteca”.

En verdad, para los que nos sentimos estigmados por la lectura podría ser un buen lugar para pasar la eternidad.

José Cabrera Villalba

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