jueves, 17 de abril de 2014

COLUMNA DE OPINION.DOS REFERENTES






Los que me siguen asiduamente en esta columna saben de mi afición a la lectura y al deporte. Por tanto no les debe extrañar que esta semana haya asistido a dos charlas relacionadas con esos temas y en lugares diferentes.

Comenzaré cronológicamente para destacar una serie de anécdotas que me parecieron interesantes en la ponencia impartida por Carlos Pranger en la Casa Gerald Brenan sobre el escritor inglés por su 125 aniversario.

Churriana tuvo la suerte de acoger a este hispanista durante gran parte de su vida; sin embargo, en algunos foros, aún no se han enterado de esto. Ha sido Alhaurín el Grande quién se ha llevado esta fama, casi en solitario,  porque fue allí donde pasó sus últimos años y donde murió.

Aunque he leído algunas de sus obras, no conocía muchos detalles de su vida. Las anécdotas sobre él y sus afamados invitados nos tuvieron entretenidos para saber o recordar algunas de ellas. Como los encuentros con el Nobel Hemingway en La Cónsula o en su propio hogar con el que intentaba conversar de literatura, pero el norteamericano tan sólo quería hablar de toros. Otra anécdota que nos narró el conferenciante, fue cuando “Don Gerardo” invitó a Sean Connery a su casa. El actor pidió whisky con soda y se lo sirvieron con casera, descubriendo el escocés rápidamente el engaño.

Pero lo que más me sorprendió fue cuando se mencionó que Gerald Brenan no fue a la Universidad. A pesar de pertenecer a una familia de nivel social alto y de tener unos estudios y una cultura contrastados nunca obtuvo título universitario alguno. La famosa “titulitis” española, a pesar de ser un hijo adoptivo de nuestro país, no iba con él. Brenan es un ejemplo más de que no es necesario tener un título para ser alguien. Para nuestros padres y abuelos una persona con carrera era objeto de admiración y respeto, aunque la realidad podía ser bien distinta. Lo que está claro es que no es indispensable para triunfar.

Alguien que triunfó en su terreno, por ejemplo, fue Fernando Hierro. Y esto me sirve para enlazar con la otra charla a la que asistí el miércoles pasado. El exfutbolista compartió mesa con el periodista Sergio Cortés y el entrenador Álvaro Reina para hablar sobre la influencia de internet y los medios de comunicación en el mundillo deportivo.

El Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre organiza desde hace unos años unas Jornadas sobre Internet y en esta edición han tenido la habilidad de captar al exinternacional malagueño. Pudimos comprobar que no sólo era bueno jugando al fútbol, sino que también es una excelente persona, con una paciencia infinita (estuvo haciéndose fotos con todo el mundo aún sabiendo que se perdía la eliminatoria de la Champions entre Atlético y Barça) y una lúcida visión de la realidad. Así, una de las frases que repitió fue que por mucha tecnología que se disponga en la actualidad, al final hay que tener en cuenta la piel del jugador, la capacidad que tenga para adaptarse a todas las circunstancias de la vida, tanto social como deportiva.

Aunque lo que realmente me ha llevado a escribir estas líneas y compartirlas con ustedes, fueron los comentarios que hicieron mi hijo y mi sobrino sobre el veleño. Ambos aparecieron en el artículo “El sabor del triunfo”, así que ya van siendo habituales en mis reseñas. Invité a mi hijo a acompañarme a la mesa redonda. Respuesta: “En eso estoy pensando yo. En perder la tarde escuchando a Fernando Hierro”. Cuando se lo comento a mi hermano se me queda mirando, me sonríe y me dice “Yo le he hecho la misma invitación a tu sobrino ¿Y sabes qué me ha dicho?”  “No sé” Y me contesta “¿Quién es Fernando Hierro?”

Nos creemos que la vida no pasa, que los años sólo transcurren para otros. Aquellos jugadores de nuestra quinta ya hace varias temporadas que no pisan un terreno de juego a nivel profesional, y sin embargo, permanecen en nuestra retina, en nuestra memoria. Han envejecido junto a nosotros, que todavía nos sentimos jóvenes. Por eso caemos en el error de pensar  que nuestros hijos los conocen y los valoran con el mismo entusiasmo. A veces, no tenemos conciencia de la crueldad del paso del tiempo. Sin embargo ahí está, y de vez en cuando, pequeños detalles como la respuesta de mi hijo y mi sobrino nos lo recuerdan.

¡Digo!  ¿Que quién es Fernando Hierro?  Habrase visto

Antonio Villalba Moreno

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