miércoles, 29 de enero de 2014

COLUMNA DE OPINION.ARQUEOLOGIA Y FRONTENIS EN CHURRIANA






Hace casi quince años del hallazgo arqueológico del complejo rupestre en Huerta Platero. Muchos ni saben que existen en nuestra barriada unas ruinas de esta importancia. Incluso se pensó en la apertura de un centro de interpretación como punto de partida hacia una ruta por distintas manifestaciones rupestres en la provincia de Málaga. Pero sólo quedó en eso, una idea que podría haber puesto a  Churriana en el candelero histórico andaluz. Un nuevo vestigio para añadir a nuestro rico patrimonio, en el que desafortunadamente, apenas reparamos unos pocos.

No voy  a dirigir estas líneas al estudio de este establecimiento excavado en la roca natural del terreno, entre otras cosas porque es difícil asegurar, de manera irrefutable, cuál fue su cometido. Parece que pudo ser un eremitorio, pero también podría haber estado enfocado a la estancia monacal. Supongo que el director de este periódico tendrá una opinión más precisa, puesto que era el Presidente del Aula Guadalhorce cuando aparecieron los restos, al realizar los rebajes de tierra para la construcción de viviendas en esa zona. Fue el colectivo que impulsó el estudio de las cuevas. Era la cabeza visible de la inquietud cultural de entonces en nuestra barriada.

En lugar de extenderme en estos temas arqueológicos, interesantes pero complicados y aunque me apasionan,  reconozco que no estoy lo suficientemente capacitado para profundizar en ellos (le paso la pelota a Jesús Castillo, a ver si se atreve a publicar algún artículo sobre el tema en este medio), dejaré aflorar mi vena poética. Os contaré que  imagino a nuestros
paisanos antepasados rezando y meditando en silencio al resplandor de velas o antorchas. Al consumirse las llamas podrían descubrir la oscuridad real en esa cueva adaptada por el hombre y entonces pensarían en enigmas irresolubles, en noches artificiales, en la nimiedad humana ante la inmensidad de lo desconocido. 

Mientras tanto, prefiero trasladarme a mi juventud, ya hace demasiados años, para hablar de las casualidades de la vida. Sí. A finales del siglo pasado, una serie de jóvenes jugábamos a un deporte que no era (sigue sin serlo) muy popular en estos lares, pero aprovechando el frontón que existía en la Huerta Platero lo utilizábamos para practicar frontenis.

¿Cómo íbamos a pensar hace tres décadas, que justo donde “embarcábamos” las pelotas había una cueva rupestre? Muchos años divirtiéndonos en ese lugar. Muchos partidos disfrutando del gusanillo de la competición y de la alegría de la victoria (sobre todo si tenemos en cuenta que si perdías debías permanecer un buen rato a la espera de volver a jugar). Muchos contrincantes.

Atrás quedaron  los Alarcón, Ayala, Blanco, Campaña, Medina, Mejías, Torres, Vázquez, Villalba y muchos otros que harían un listado interminable, aunque no puedo dejar de citar las nuevas incorporaciones como Domingo, Antón y sobre todo Joaquín, con quién organizamos el I Torneo de Frontenis San Isidro Labrador y que, años después, han rescatado desde el Club Frontenis de Churriana estando ya en su VII Edición (aunque,  tengo que decir que, debería ser la VIII, puesto que cuando reanudaron la celebración del campeonato olvidaron computar la de 1985).


Atrás quedaron los encuentros de dobles tan intensos como interesantes y divertidos, los partidos al mejor de 11 o de 21, dependiendo del personal que esperaba para jugar (normalmente eran a un pierde-sale). En aquellos años, donde el fútbol acaparaba toda la atención, un grupo de jóvenes también dábamos pelotazos contra una pared junto a un lugar que unos siglos antes hacía las veces de espacio de recogimiento. Donde hace treinta años había jolgorio, risas, gritos, aplausos y discusiones, hace doce o trece siglos, a unos diez pasos escasos, quizás unos pocos monjes rezaban en esta cueva saboreando el silencio. Casualidades de la vida.

Este cambio se produjo en Churriana a finales del siglo pasado, cuando se fue ampliando. Surgieron nuevas zonas urbanizables, una de ellas fue ésta. Tuvo problemas, bastantes. Pero a nosotros lo que nos importaba era una cosa, nos quedábamos sin frontón. Cuando se realizaron los primeros movimientos de tierras para la nueva urbanización supimos que los rumores eran ciertos: iban a derribarlo. No nos quedó otro remedio que aceptarlo conforme avanzaban las obras Desde entonces nuestra barriada no tiene frontón, pero permanece intacta la afición. No se desaniman por tener que  desplazarse a Carranque.

Siguiendo con estos giros inesperados que da la historia, quizás el próximo siglo en este lugar instalen un centro comercial, o una bolera, o cualquier espacio lúdico ¿Porqué no? O quizás, me voy a permitir soñar un poco, se haya creado ese Centro de Interpretación del que hablamos al principio de la columna. Mientras tanto apreciemos lo que tenemos, sin olvidar que todo puede cambiar.





Antonio Villalba Moreno

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